sábado, 14 de enero de 2012

capítulo 4: malas noticias



-¿qué es lo que me tienes que decir?-lo dije con una sonrisa, aunque me estaba empezando a preocupar dada la expresión triste y seria de su rostro.
-pues verás, es difícil de decir…me queda un mes de vida-en ese momento mi vida se vino abajo, no pude con la presión y empecé a llorar; entre lagrimas le abracé y logré preguntarle con un fino hilo de voz
-¿por qué?¿qué te pasa?...no te puedes morir…no me puedes dejar…
-verás…hace unos meses empecé a sentir unos dolores muy fuertes de cabeza, y all principio no me preocupé, pero noté que de repente empecé a notar grandes perdidas de peso. La semana pasada fui al médico a que me diagnosticaran, porque la situación empezaba a ser preocupante; me dijo que tenia un tumor cerebral y me desmayé, no pude con la situación…así que vengo a contártelo a ti, porque eres la persona que mas me importa del mundo y quiero que lo sepas…
-pero…no...puede ser…porque no me lo contaste cuando lo supiste?
-no quería preocuparte antes de saberlo con certeza…
-lo..siento...no puedo con esta…situación…-me levante y me fui corriendo antes de que me pudiera decir nada y sollozando me fui de casa a un parque donde la dulce esencia de los mas importantes recuerdos de mi vida yacía sobre los arboles. Ese era un lugar muy importante para mí. Me senté debajo de un árbol y empecé a llorar el tiempo se detuvo y los recuerdos del pasado volvieron a mi memoria…los recuerdos de mi vida junto a él.
Puede que solo hubieran  sido solo dos años juntos, pero para mi fueron los años más felices de mi vida…
Entonces los trozos de pasado más importantes de mi vida aparecieron secuenciados en mi cabeza: el primer beso, los bailes lentos, aquella velada romántica, mi primera vez con nuestra canción de fondo, nuestros paseos, sus dulces besos y…el que mas me dolia: nuestra romántica escapada a una cabaña ese mismo verano donde los  días parecían no pasar…
En ese momento lo comprendí todo teníamos que aprovechar los últimos momentos que nos quedaban antes de que bueno…todo se acabara.
Volvi corriendo a casa y me duché me vestí y me fui a su casa corriendo, para no perder tiempo, y allí estaba con su maravillosa sonrisa y sus ojos grises esperándome con  los brazos abiertos para recibirme. Me lancé sobre el y lo tiré al suelo; nos reímos y me besó con más pasión que nunca, se acercó a mi oído y me susurró con su fresco aliento al oído:
-Sabia que volverías
Lo besé en los labios dulcemente y el me correspondió con un leve pero dulcísimo roce de sus labios con los míos…

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